inversiones a largo plazo

Inversiones que valen la pena a largo plazo

Hay muchas razones por las que los bonos son tan populares entre las inversiones. En primer lugar, están los pagos regulares de intereses, que acuñaron la expresión “renta fija”. Estos pagos (llamados “cupones”) se realizan normalmente dos veces al año. Los cupones de los bonos suelen ser muy atractivos para los inversores que desean la estabilidad de unos ingresos constantes.

Como ya sabrá, las acciones también proporcionan una renta, en forma de dividendos. Sin embargo, el pago de dividendos queda a discreción de la empresa. La empresa está en su pleno derecho de reinvertir los beneficios en el negocio, en lugar de pagarlos a los accionistas. Lo más importante es que una empresa no puede adoptar el mismo enfoque para pagar los cupones de los bonos.

El pago del cupón de un bono forma parte del acuerdo legal entre el emisor de un bono y el tenedor del mismo. No pagar constituye un “impago”, lo que significa que al emisor (ya sea una empresa o un gobierno) podría resultarle más caro pedir dinero prestado en el futuro. Para los tenedores de bonos, este marco legal es una buena noticia. También es la razón por la que muchos inversores prefieren confiar en los bonos, y no en las acciones, para sus ingresos.

Un elemento de protección del capital

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La segunda razón por la que los bonos son populares entre los inversores es su promesa de devolver el capital. Aunque los mercados de bonos pueden (y de hecho lo hacen) fluctuar, el emisor del bono ha acordado contractualmente devolverlo cuando venza. Compárelo con el mercado de valores, en el que el inversor no tiene esa garantía. Y, aunque las cuentas de ahorro también ofrecen seguridad, los ingresos generados por los bonos suelen ser más altos que los tipos de ahorro actuales.

Aunque el emisor haya prometido devolver el bono, siempre es posible que tenga dificultades financieras, lo que podría impedirlo. ¿Cómo puede un inversor estar seguro de que su inversión será finalmente reembolsada? Bien, una buena guía para la solvencia es la calificación crediticia del bono. En el caso de los bonos corporativos y gubernamentales, las organizaciones especializadas llamadas agencias de calificación crediticia evalúan toda una serie de factores antes de asignar una calificación crediticia al bono.

La puntuación de un bono refleja su riesgo crediticio global, en otras palabras, la probabilidad de que el emisor incumpla el pago de la deuda o de los intereses y defraude al inversor.

El tercer beneficio clave que ofrecen los bonos es su estabilidad en las inversiones. Como vimos durante la crisis financiera, los mercados bursátiles pueden oscilar salvajemente, con movimientos extremos de precios. Además, aunque los bonos se ven afectados por los mismos factores que pueden inquietar a los inversores (es decir, los tipos de interés y la inflación), sus movimientos de precios no son tan extremos como los de la renta variable.

Los bonos también son inversiones que se consideran más estables y menos arriesgados que la renta variable. Por ejemplo, si un inversor estuviera interesado en una empresa, podría elegir entre los bonos de la misma y sus acciones. Supongamos que el inversor decide comprar los bonos y la empresa entra en quiebra. Como tenedor de bonos, el inversor tendría prioridad sobre los accionistas, lo que significa que tendría más posibilidades de recuperar parte de su inversión.

Este aspecto estable de los bonos es especialmente valioso cuando se mantienen en una cartera diversificada, ya que compensa el efecto de inversiones más volátiles, como las acciones.

Seleccionar el fondo de renta fija más adecuado

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Calibrar los riesgos crediticios y construir una cartera de bonos es una tarea complicada. Aquí es donde entran en juego las empresas de gestión de activos, que cuentan con la habilidad y los recursos necesarios para crear una cartera de bonos y luego supervisar su rendimiento continuo.

Dichas carteras suelen estar adaptadas por subclases de activos dentro de la renta fija, como los bonos corporativos y los bonos gubernamentales globales, por ejemplo. El gestor de la cartera supervisa tanto el entorno macroeconómico como los propios bonos y ajusta la cartera en consecuencia.

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