Fondos de inversión activa y pasiva

Inversión activa vs. pasiva: ¿Cuál es la diferencia?

¿Qué es la inversión activa?

La inversión activa implica un enfoque práctico en la toma de decisiones por parte del gestor de la cartera. El gestor del fondo comprará y venderá inversiones a medida que cambien las perspectivas de cada inversión, lo que también se conoce como selección de valores. Hay muchos enfoques que un inversor activo puede adoptar para tomar decisiones de inversión, pero en la mayoría de los casos, el objetivo es batir al mercado de valores. Por lo general, los gestores de fondos utilizan un índice de mercado como referencia que pretenden superar.

Las decisiones se toman principalmente mediante el análisis fundamental, aunque también se utilizan técnicas cuantitativas. A menudo, un gestor de fondos recurre a las aportaciones de un amplio equipo de analistas, cada uno especializado en un sector diferente. Los inversores activos se fijan especialmente en las características de valor, crecimiento, rentabilidad y rendimiento de un título. Estudiarán el entorno competitivo y el mercado en el que opera la empresa. También se fijan en los factores macroeconómicos que pueden afectar a una empresa.

La inversión activa se orienta hacia el futuro, con el objetivo de superar al mercado o producir una rentabilidad superior ajustada al riesgo. A menudo, los enfoques utilizados para conseguirlo son difíciles de medir o validar mediante pruebas empíricas. El resultado es que la reputación de un fondo o estrategia suele estar estrechamente vinculada a personas clave. Los inversores en fondos activos tienden a confiar en gestores específicos, más que en un proceso o estrategia.

 

 

La inversión activa

 

 

¿Qué es la inversión pasiva?

Las estrategias de inversión pasiva limitan la rotación de un fondo siguiendo un índice. Ocasionalmente se utilizan otros métodos, como el uso de un filtro para seleccionar las acciones. En su mayor parte, se trata de lo mismo que la inversión de comprar y mantener, aunque algunas inversiones se venden cuando se reponen los índices. La inversión pasiva se basa en la idea de que, a medida que los valores más exitosos de un índice se revalorizan, su ponderación en el fondo aumenta. Del mismo modo, la ponderación de los valores de menor rendimiento disminuirá, y estos tendrán un impacto decreciente en el rendimiento del fondo.

Los fondos de gestión pasiva también se conocen como fondos índice. Los primeros fondos indexados fueron fondos de inversión, que existieron como un producto de nicho, pero que nunca vieron una adopción generalizada. Sin embargo, en 1993 se lanzó el primer ETF que seguía el índice S&P 500. Este fondo permitía a los inversores invertir en las 500 empresas del índice comprando sólo una acción.

 

 

Diferencias clave

Aunque los distintos enfoques de selección de valores son la diferencia más aparente entre los dos estilos de inversión, la diferencia más significativa son las comisiones que se cobran. La comisión de gestión que suele cobrar un fondo indexado pasivo es mucho menor que la de un fondo activo.

Las comisiones de gestión anuales pueden reducir el valor futuro de una cartera en una cantidad sustancial a lo largo del tiempo. A menos que un gestor activo pueda demostrar su capacidad para batir al mercado, no tiene sentido pagar comisiones más altas. Las comisiones están directamente relacionadas con los costes asociados a la gestión activa y pasiva del dinero. La gestión activa requiere un equipo de analistas y gestores de fondos experimentados.

Los fondos de inversión activos suelen tener menos acciones (u otros instrumentos) que los fondos indexados. Los fondos de inversión activos pueden tener tan sólo diez participaciones, aunque lo más habitual es que tengan entre 20 y 60 participaciones. En cambio, muy pocos fondos indexados tienen menos de 50 participaciones, y algunos tienen más de 2.000. Esto tiene sentido, ya que las estrategias de inversión pasiva no pueden gestionar el riesgo asociado a las carteras concentradas.

 

 

Inversión pasiva

 

 

Los dos estilos de inversión han evolucionado en paralelo con dos tipos diferentes de productos de inversión. El sector de la inversión activa ha evolucionado con el sector de los fondos de inversión, y la mayoría de las estrategias activas se ponen a disposición de los inversores minoristas en forma de fondos de inversión. Estos fondos permiten agrupar los fondos de los inversores, pero no son negociables. Las inversiones y las retiradas de fondos de inversión se realizan al valor liquidativo del fondo, añadiendo las comisiones por separado.

Las estrategias pasivas suelen presentarse en forma de fondos cotizados. Los ETF son negociables y el precio al que se negocian está sujeto a la oferta y la demanda. En realidad, los creadores de mercado mantienen el diferencial entre oferta y demanda cerca del valor liquidativo. En el caso de los ETF, las comisiones de gestión anuales se restan del patrimonio del fondo, en lugar de cobrarse al inversor.

 

 

 

Tanto las estrategias de inversión pasiva como las activas pueden ser útiles en una cartera diversificada. De hecho, en la mayoría de los casos tiene sentido incluir ambas, ya que las estrategias pasivas pueden utilizarse para reducir las comisiones y las estrategias activas pueden mejorar el perfil de rentabilidad del riesgo. En el futuro, es probable que veamos surgir una mayor variedad de productos híbridos y que la distinción entre inversión activa y pasiva vuelva a difuminarse.

 


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